Discursos de cartón, palabras que se las lleva el viento, vacías y sin significado, que solo crean barreras de acero y puentes de papel. Vergüenza para escritores y para todos. Se burlan de las palabras que ellos mismos dicen y se burlan de todos los que las escuchan. "¡Son solo palabras!", dicen todos, volviendo el rostro.
Claro que no lo son. No son palabras, sino sonidos incoherentes que nos mantienen apresados y mansos como tazas de leche fría. No son palabras, sino oscuridades disfrazadas de corderos luminosos, prometiendo apaciguar las tormentas. No son palabras, sino mentiras transformadas en trazos y gorgoteos vestidos de traje.
Cuando las palabras dejan de llorar ante las injusticias, solo se transforman en ecos inservibles. Cuando las palabras dejan de clamar castigo a los culpables, solo se convierten en instrumentos mecánicos. Las palabras son compañeras que gritan lo que nosotros, de mentes ardientes y corazones apretados, sentimos en nuestra sangre. Las palabras son guerreras que alzan sus espadas y amigas que ofrecen sus manos.
Nosotros somos palabras. Ellos solo son ruido.
Claro que no lo son. No son palabras, sino sonidos incoherentes que nos mantienen apresados y mansos como tazas de leche fría. No son palabras, sino oscuridades disfrazadas de corderos luminosos, prometiendo apaciguar las tormentas. No son palabras, sino mentiras transformadas en trazos y gorgoteos vestidos de traje.
Cuando las palabras dejan de llorar ante las injusticias, solo se transforman en ecos inservibles. Cuando las palabras dejan de clamar castigo a los culpables, solo se convierten en instrumentos mecánicos. Las palabras son compañeras que gritan lo que nosotros, de mentes ardientes y corazones apretados, sentimos en nuestra sangre. Las palabras son guerreras que alzan sus espadas y amigas que ofrecen sus manos.
Nosotros somos palabras. Ellos solo son ruido.
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