Quieres escribir sobre él.
Sé que quieres hacerlo. Quieres llorar. Quieres reír.
Quieres recordar. Quieres amar.
Quieres escribir sobre él.
Es una tortura dulce, ¿no es así? Porque no puedes evitar
sonreír al recordar su voz, al recordar sus palabras, al sentir su presencia
contigo. Pero tampoco puedes evitar que tus ojos se empañen al saber que nada
sabes, al saber que nada entiendes, al saber que el silencio es lo único que te
acompaña.
No lo entiendes, no entiendes cómo alguien puede entenderte
de esa manera y hacerte sentir como te sientes. No quieres entenderlo tampoco,
porque aunque siempre te las has dado de racional, muchas veces eres solo una
niña entusiasmada, que prefiere disfrutar el regalo antes que preguntar por qué
se lo dieron.
Sé que te gustaría saber dónde está. Qué piensa. Qué siente.
Y por qué no ha vuelto contigo. No tengo las respuestas. Sé que quieres
escribir sobre él, nada más. En el fondo, sabes exactamente qué pasará:
continuarás soñando y continuarás amando hasta que él mismo… diga que ya fue
suficiente. Y sé que, incluso aunque eso ocurriera, seguirías sonriendo ante el
recuerdo y llorando ante la ausencia. Porque eres así de pequeña.
Sé que lo extrañas. Y sé que en el fondo piensas que no
deberías, que es una especie de crimen desear lo que deseas, porque pareciera
que incluso tus pensamientos son una carga, un problema, un conflicto. Sé que
deseas que todo fuera más sencillo, pero también sabes que si lo fuera, tal vez
tu sonrisa no sería tan grande ni tus lágrimas tan ardientes.
Quieres volver en el tiempo y hacer las cosas bien, aunque
sea en esos pequeños detalles que nunca notaste antes. Quieres acercarte y
luchar contra el tiempo y el espacio, pero sabes que no puedes hacer sino
recordar.
Y escribir.
Quieres escribir sobre él. Pero te llena de una alegría
dolorosa y te ríes y te ríes incapaz de contener la ternura, el dolor, el
anhelo, la irracionalidad, las dudas, la inseguridad, la certeza, la esperanza,
la cobardía, el valor y el cariño. Terminas sonriendo para ti misma, porque eres
idiota, pero él también lo es. No querías escribir sobre él, porque temías que
algo se rompiera. Temías que algo te impidiera continuar. Temías que finalmente
esas letras suyas chuparan cada gota de tinta en tu corazón, dejándote seca,
vacía y humillada, como siempre lo has sido.
Pero sonríes, porque te das cuenta de que escribir sobre él,
aunque sean unas pocas líneas, era todo lo que necesitabas para volver a
sentirlo cerca. Solo un segundo, porque ahora su recuerdo, su voz y sus
palabras se envuelven con las tuyas.
Ya no necesitas escribir sobre él.
Ahora solo necesitas escribir.
No recuerdo como llegue aquí, solo se que este relato en particular me encanto, tal vez por el hecho de no ser un relato si no un simple pensamiento, que de alguna forma es lo que muchos pensamos, me encantaría redactar tan bien como lo haces tu. Realmente no se como no tienes mas seguidores. Eres muy buena en lo que haces, aunque eso seguro ya lo sabes.
ResponderEliminarBuenas, Anon =)
ResponderEliminarVaya, hace bastante tiempo que no contestaba un comentario (precisamente, porque no los había recibido). Te agradezco muchísimo que te tomaras algo de tiempo para dejarme un comentario. ¡De verdad! Es muy halagador.
Me alegra que te gustara el escrito, aunque como bien dices, no es un relato, sino más bien un mensaje. Un grito. Un camino de migajas que espera que ser encontrado por la persona correcta.
¿Tú escribes? Estaría encantada de leerte de ser así. Has de saber que la redacción no es lo es todo, ¿eh? Ser más "prolijo" al escribir se consigue con práctica, pero ser intenso y tocar el interior de los lectores con palabras es lo verdaderamente difícil. Todavía no lo consigo, quizás por eso no haya tantos seguidores. Lo que no quita que siga intentándolo ;)
Muchas gracias por tus palabras y tu disposición. ¡Un enorme saludo! =)