Si me dieran solo cinco líneas para sentir dolor, simplemente diría tu nombre y olvidaría las reglas, las líneas, las letras, los recuerdos y sonreiría ante la melancolía que envuelve el silencio. Lo verdaderamente triste de la espera es la esperanza de la llegada. Escribir y escribir sabiendo que anhelo más que tu memoria es la tragedia de cada uno de mis personajes.
Cada día es un segundo de tristeza y una eternidad de anhelos. Y la tinta sigue derramándose, desordenada y rebelde, sin orden ni belleza, en medio de las hojas amarillentas. Y por un instante, te siento en su aroma. Y no puedo evitar sonreír entre mis vacías lágrimas.
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