Era un pequeño café en la esquina de esa concurrida ciudad. Aún así, estaba tranquilo y sereno y la joven se sentó en una de las mesas, algo angustiada por los precios que veía en la carta, pero decidida a cambiar su rutina por aquella vez. Era un acto tan simple como elegir una calle distinta o gastar dinero en algo en que solía ahorrar. Eran esos pequeños detalles que cambiaban el rompecabezas y hacían que su mente sonriera.
"¿Qué va a ordenar?", preguntó el mozo al acercarse.
Ella no respondió de inmediato, sonriéndole. ¿Quién sería él? ¿Cuál sería su historia tras el uniforme y la sonrisa cansada? Sacó un bloc de notas con rapidez, aprestó el lápiz y volvió a sonreír.
"Un té, gracias. Y dime, ¿cómo te llamas?"
"¿Qué va a ordenar?", preguntó el mozo al acercarse.
Ella no respondió de inmediato, sonriéndole. ¿Quién sería él? ¿Cuál sería su historia tras el uniforme y la sonrisa cansada? Sacó un bloc de notas con rapidez, aprestó el lápiz y volvió a sonreír.
"Un té, gracias. Y dime, ¿cómo te llamas?"
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