«Bitácora de
Kret-34-EL
Por ahora, los seres
humanos nos sospechan nada. No parecen notar que su mundo ha acabado y que
ahora controlamos todo el mundo. Mejor así. Por ahora, han demostrado ser una
cultura débil y extraña. Nos recibieron con fuegos en el cielo. Me pregunto por
qué este día está tan tranquilo en muchos sitios. Y qué tipo de rito terrícola
será el dormir bajo los puentes de la ciudad.
Tengo que seguir
investigando.»
Kret-34-EL terminó de escribir en su cuaderno personal y con
un suave toque de sus dedos, el holograma que utilizaba desapareció, dejándolo
solo con la nave a su alrededor. Le agradaba tener que traducir su idioma natal
a las lenguas primitivas de los humanos. Era un ejercicio divertido y sin mucha
ambición.
―¿Qué estás haciendo? ―preguntó
Nkr-AL teleportándose a sus espaldas; era agradable escuchar algo de su idioma
universal luego del trabajo―. ¿Sigues con
los humanitos?
―Nada nuevo ―dijo
el intérprete―. No sospechan nada.
Aquellos que podían ser una amenaza han sido desacreditados. ―Sus ojos
cambiaron de color durante un segundo―. Mi
turno ha acabado. Pronto tendremos un nuevo parque. ―No rió, pero ambos sabían
que era una broma interesante.
Nkr-AL asintió con la cabeza antes de que su colega
desapareciera. Se acercó a uno de los paneles y abrió la bitácora de
Kret-34-EL, gruñendo con diversión ante sus anotaciones. El chico era un lingüista
fuera de serie, pero le faltaban algunos conocimientos sobre las razas
inferiores. Tachó la penúltima oración y agregó en idioma universal algo
diferente: “Los humanos celebran bebiendo
abundantemente destilados terrestres que les llevan a una absurda inconciencia”.
El capitán cerró todo y desactivó los sistemas, dejándolo
completamente a oscuras. Alabó la incredulidad de los humanos y volvió a
gruñir, sintiéndose un poco más tranquilo ahora que empezaba un año nuevo y
todos se olvidarían rápidamente de que ellos ya habían invadido aquel patio de
recreo llamado Tierra.
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