―¿Crees que haya sido una buena idea? ―le preguntó el ángel
a Dios―. Ya sabes… lo mismo de siempre… la homofobia… los ritos arcaicos… ¿No
deberías haber elegido a alguien más… moderno?
El Creador se cruzó de brazos y se quedó pensativo durante
un momento. En realidad, la elección de su máximo representante terrenal
siempre lo había divertido y, en más de una ocasión ―para Su Eterna Vergüenza―
había apostado y perdido con sus fieles súbditos sobre el nombre del candidato.
Por supuesto, no realmente, porque
era omnisciente, pero de todos modos.
―Está de Dios, ¿no? ―dijo Él.
El ángel entornó los ojos. Cuando el Señor hacía bromas
siempre alguien pagaba el pato y no le hacía ninguna gracia al mensajero alado
ser quien luego tuviera que limpiar los platos rotos. El reinado de Su Amo iba
de mal en peor en la Tierra y sospechaba que pronto tendrían que declararse en
quiebra, engañar a sus acreedores y desaparecer a otro planeta, más o igual de
primitivo con lo puesto.
―Al menos es de un continente distinto al tradicional
―comentó el súbdito, dando un par de vueltas alrededor de Su Presencia―. Por
cierto, podríamos dejar esa chorrada del latín en las ceremonias, ¿no te
parece? Es un idioma hermoso, pero nadie entiende un carajo sin traducción. Hay
que abaratar costos, ya sabes.
―Sí, estaba pensando en eso… Pero creo que será mejor así
por ahora. Mientras menos entiendan, mejor. ―Se encogió de hombros―. Ya sabes
que actúo de maneras misteriosas.
―Siempre creí que tendrías que haber achicharrado al que
vago que escribió eso. Es una de las principales fuentes de burla de los ateos,
ya sabes. Y de la flojera mental de tus seguidores.
―¡Yo Soy Amor! Cómo hablas de achicharramientos, hombre.
―Oh, lo siento, lo siento, cierto que cambiamos la política
empresarial luego del asunto de Jesús y tal. Gastamos mucho papel en esos memos
para parar con los rayos fulminantes y los saqueos a los pueblos natales. ―El
ángel se sentó en una nube y negó con la cabeza, mientras revisaba unos
documentos―. ¿Ya te he comentado lo bárbaro e ineficaz que fue eso?
―Trescientas cuarenta y siete veces.
―Pues agrega otra.
Ambos seres se asomaron por el borde del cielo y vieron cómo
el júbilo y la crítica se esparcían en el mundo por la elección del nuevo Papa.
«Entre defensores de pedofilía y defensores y colaboradores de dictaduras,
había que elegir el mal menor», le había comentado uno de sus colegas en el
servicio de las arpas. El ángel le había dado la razón, pero seguía tramando
una forma de convencer al Altísimo ―que cada vez estaba más pachoncito― de que
usara sus viejos y algo oxidados poderes todopoderosos, mandara al cuerno el
libre albedrío ―no tuvo muchos remordimientos con Pablo, ¿no?― y armara la
torta de nuevo como debía ser.
Por otro lado… Quizás fuera mejor cerrar la cuenta y
largarse a tierras más verdes, como siempre solía susurrarle en el oído. Se
rumoreaba que Lucifer estaba con más trabajo que nunca y que alegaba cada vez
que podía que, en sus tiempos, la vieja y buena maldad era decente y refinada y
que estaba harto de torturar banqueros, políticos, fanáticos y líderes religiosos.
―No seas blasfemo ―le reprendió Dios.
―¿Cómo…? Oh, omnisciente, se me olvidaba.
―A veces a mí también se me olvida, ¿sabes? Quizás sea la
edad y deba jubilarme. Ya estoy algo viejo para estos trotes. Cuando era joven…
―Lanzó un grito de alegría―. ¿Lo recuerdas, ángel? ¡Las batallas! ¡Los
sacrificios! ¡Las piedras lanzadas a los herejes! ¡El sol deteniéndose! ¡Los
pueblos arrasados! Vaya, mis años mozos, qué tipo era…
―Misógino, cruel, bárbaro, irracional, inmoral… No has
cambiado mucho…
―… ¡Y cómo me adoraban! ―Había alzado los brazos y se paseaba furiosamente
por el cielo, ignorándolo por completo, despertando al turno de la noche, el
más perezoso de todos los escuadrones de guardia. Se lo merecían, pensó el
mensajero―. ¡Es como si hubiera sido ayer! ¡Cómo temían mi sola voz! Todos se
escondían y se apresuraban a arrodillarse cada vez que me asomaba en el humo o
en el viento. Ahora… ―soltó un bufido―… ahora nadie se molesta. Sí, sí, que
hablan de mí, pero soy un asunto secundario.
El ángel rodó los ojos y se sentó en la posición del indio,
ignorando los arrebatos del Todopoderoso. Cada vez más tenía esos arrebatos de
nostalgia y orgullo; por lo general, no pasaban de unas bravatas y discursos
sobre sus glorias pasadas y sobre sus medallas como Ser Supremo. Sin embargo,
en ocasiones el asunto pasaba a mayores y aparecía de la nada un predicador en
la Tierra hablando como monje del siglo XII contra las mujeres, la ciencia, los
homosexuales o el ateísmo para arrancarle unas risas al Viejo Dios. En esas
ocasiones, siempre le tocaba a él calmar a Su Señoría y hacer aparecer a un
paladín opuesto para dar algo de balance.
Nunca duraba mucho.
―Así que este Francisco… ―Dios parecía haber vuelto a sus
cabales, por lo que el ángel se permitió alzar la mirada―… Vaya nombrecito,
¿eh? Bueno, ya es tarde, me retiro. Avísame si pasa algo interesante. Alguna
guerra o declaración candente. Sabes que me encantan los realities. ¡Y grábame
las elecciones de Venezuela cuando sean! Amo que me adoren y me den las gracias por
todos sus bienes y males, aunque no me importe un pepino lo que pase en la
Tierra.
>>La última vez me las perdí por estar mirando China. ¡Y
lo que esté pasando en Corea! ¡Y pobre de que se te olvide hacer un informe
sobre Holanda! Me gustaría ir a Amsterdam. Quizás mande una helada para el
próximo año para ir desapercibido… ―Se mesó las barbas y agregó―: ¡Oh y
asegúrate de responder las plegarias! Usa el Iphone nuevo. Tiene una opción: “No”
generalizada con un botoncito amarillo muy mono. Esta tecnología moderna…
Se fue dando unas risotadas enormes que casi taladraron los
oídos angelicales del pobre súbdito que se apresuró a volar hacia su
escritorio. Tenía un montón de cosas que hacer y todas encaminadas a impedir
que la empresa entrara en bancarrota, que los prestamistas los demandaran y debieran despedirlos a todos. Tendría que
llamar a Lucifer para ver si podían planificar un par de apariciones en
tostadas o en el humo de una tragedia para avivar la creencia. Después de todo,
al buen Diablo tampoco le convenía que lo olvidaran.
Se estiró un poco y sintió las alas adoloridas y rígidas. Se
apoyó en el respaldo de su nube y suspiró, cansado. Se dedicó a firmar un par
de autorizaciones de Revelaciones A Domicilio y ordenó que el principal ángel
del Departamento de Jóvenes se presentara para una reprimenda. Seguramente
llegaría borracho por tercera vez. El ángel cerró los ojos un momento y sintió
todo el peso de ser el Gerente Ejecutivo de Dios Inc. en sus hombros. ¡Ni Jesús
trabajaba como él! Claro, con lo de la muerte y resurrección se daba por
servido: eran las ventajas de ser hijo del jefe. Durante largos y angustioso
minutos sintió unas enormes ganas de llorar, renunciar y enviar todo al
infierno. Literalmente. Que «Luci» se encargara.
Luego recordó que nada de eso existía y empezó a reírse,
feliz de seguir trabajando y de desaparecer en la siguiente línea escrita de
aquel pequeño y absurdo cuento, creado por un alma ociosa y «descarriada» de
ese viejo y tonto planeta llamado originalmente “Tierra”.
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