Si me dieran cinco líneas para decirte por qué soy atea, te hablaría de ciencia, de contradicciones, de injusticia, de tortura, de dolor, de consuelo, de amor, del bien y del mal, de la verdadera justicia, del miedo, del fin y del comienzo, de años caminando y de horas de insomnio y te diría que eres como yo y te mostraría mi rostro y te tomaría la mano y verías que ambos somos igual de humanos e incluso te recordaría con una sonrisa que soy escritora y que adoro la fantasía, pero no de la misma manera.
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