Respirar

martes, 31 de enero de 2017



 Participación para "Antología Rudr ke beton" [Pendiente de publicación]


Afuera. Un solo instante. Afuera y el rumor de la ciudad, lejano, en un instante, una bocina que suena, los neumáticos sobre el asfalto como una corriente, pájaros sobrealimentados con pan tostado en la barriga, piando sobre la quietud. Una mañana, afuera. 

Afuera y desaparece el silencio. Las tardes con una taza de té rodeada de cuerpos mudos que fingen no estar heridos. Una cena en silencio con chistes forzados, hablando de cine, de política, del último escándalo, de los incendios, de ese video de gatitos que guardas solo para estas ocasiones. Finges estar interesada en cómo la gata que ha vivido años contigo te mira ese día. Adentro, adentro, té con endulzante y el silencio.

En las calles puedes respirar hondo sin que nadie mire. No hay espejos ni pasados rotos ni sueños a medio hacer, a medio envolver. Afuera son solo zapatillas de lona, un celular con batería y empezar a andar... Andar y andar en los mismos lugares, con la ciudad despertando, con un silencio que canta, que apenas es silencio.

Y corre brisa. Siempre es de primavera, aunque sea invierno, aunque caiga el otoño, aunque arda el verano. Es siempre primavera cuando hay brisa, helada, tibia, humedeciéndote el pelo, arrancándote una sonrisa, sacándote del silencio, contándote secretos que ya conoces, imaginando tonterías. Afuera es brisa.

Se mece solo un poco, y a veces huele a cuentos tristes o suena a libertad. Corrientes suaves en la misma ciudad, con cielos lisos y guijarros junto a las veredas. Sí, desordena todo, el cabello descuidado, los pensamientos, el eco de estar a solas, incluso el miedo terco que te despierta de los sueños. Afuera por la mañana, por la tarde, al caer la noche.

Sales con el silencio como una herida que palpita y dejas que vaya desapareciendo. Dejas la ansiedad que trepa en tu garganta, las tazas de té frío por la tarde, los mensajes sin contestar, las miradas huidizas, los exámenes vestidos de batas blancas, los fuegos que se extinguieron. Y se vuela todo por los aires con un poco de brisa, caminando sobre gravilla, con la ciudad sonriendo.

Se vuela todo y así vamos, desapareciendo en el viento. En palabras, en primavera, en metáforas de corrientes que nadie entiende. Solo ahí. Lejos. En silencio.
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