Cicatrices

jueves, 30 de agosto de 2012

Me rodea el silencio y un cansancio invencible se apodera de cada músculo de mi cuerpo. Músculos maltratados y llevados al límite durante meses y quizás años y que ahora no entendían que podían descansar. Que no entendían que ahora podía despertar sin tener que escapar de la cuchilla pendiendo del techo o que ahora podían acurrucarse al lado de un cuerpo tibio y noble y sentirse seguros.

―¿Estás bien? ―preguntó él, volteando somnoliento, pero inquieto, con la sombra del pasado reflejándose en sus ojos claros y medievales.

Asentí con la cabeza un poco aturdida. La pregunta tiene truco, por supuesto. Sabemos que tomará tiempo y que pasarán muchas noches antes de que pueda responder a esa pregunta con sinceridad. Solo espero que él no se canse demasiado pronto de esperar.

―Vamos a dormir ―le dije y me rodeó con uno de su brazos, estrechándome contra él. Miré su rostro de sonrisa vacilante y me encargué de tallarla en mi memoria quebradiza y de archivarla en mi mente, esa estantería derrumbada que ahora volvía a ponerse en pie. Pronto y de una forma que mi cuerpo cubierto de cicatrices todavía no podía entender, comencé a quedarme dormida junto a él, que haría un esfuerzo considerable al dormir tan pegado a mi ser tembloroso y plagado de pesadillas. Ya pensaría en alguna forma de recompensarlo.

Por ahora, buenas noches.

400 palabras para un letrado de la noche

miércoles, 29 de agosto de 2012

Ese es el problema de andar a las carreras. De tener que correr de un lado a otro porque las cosas deben hacerse, porque el tren no puede perderse y porque hay gente esperando con impaciencia. Es el problema de no detenerse un momento.

¿Quién eras? No lo sé. Me parece que eras de piel morena. Quizás tenías barba o tal vez no. Tu pelo era negro y puede que llevaras lentes del mismo color, cuadrados. Si hoy mismo te mataran ―¡Azar no lo permita!―, no podría identificar el cuerpo o dar un testimonio fiable como la última persona que te vio con vida.

Pero sí estoy segura de algo: estaba leyendo uno de los últimos números de Batman ―tal vez de Batman y Robin o del Batman de Grant Morrison― pues la silueta arrogante y desafiante de Damian Wayne te sonreía desde la pantalla completa de tu portátil negro. Pasé corriendo a tu lado, pero esa inconfundible figura del malcriado héroe ―nunca mejor dicho―, me hizo aminorar el paso, aunque fuera de manera imperceptible.

Te sonreí, por supuesto. Aunque quizás con la rapidez y la mata de pelo enredada que me tapaba la cara, solo notaste que una chica se fijaba en tu computador. ¡Quizás creíste que me burlaba! Espero que no fuera así, porque me habría quedado allí solo para ver si Damian ya había matado a Nobody o si Bruce ya había vuelto a llevar su manto. Y para saber quién eras, por supuesto.

Enemigo, amigo, conocido, sombra en el recuerdo, amor de mi vida, enemigo jurado. Hubieras podido ser algunas cosas ¿no? Ahora nunca lo sabré y tú tampoco. Seguro no seguirás pensando en quién fue esa sombra con chaqueta que pasó corriendo a tu lado y yo seguro no seguiré pensando en tu rostro invisible de justiciero mezclado entre los libros de derecho.

Las oportunidades pasan junto al viento y junto a la capa ondeante de un pequeño mocoso en mallas verdes, amarillas y rojas. Pero alzo una copa a tu salud y brindo porque chicos como tú, ocultos entre los muros fríos y oscuros de la universidad, algún día puedan ser encontrados a plena luz de día con una sonrisa desenvainada y un batarang en la mano.

No sé quién eras. Ni tú sabías quien soy. Pero me hubiera gustado que lo averiguáramos, aunque fuera con una sonrisa y con un saludo educado, pese a que luego se perdiera en el recuerdo. Así son las cosas ¿no?

Quizás en otra vida, anónimo letrado de la noche.

Chispazo

martes, 28 de agosto de 2012

Nota de la autora: Te extraño, pájaro burlón. Vuelve ¿está bien?


***

El chico se incorporó y miró a su alrededor. Un blanco infinito lo invadía y, por un instante, perdió el equilibrio ante ese escenario tan surrealista y terrible. Cayó al suelo y comenzó a palparlo, mientras su respiración se volvía más agitada. Tembloroso, soltó un gemido de pánico que a duras penas trató de reprimir.

―¿Hay alguien ahí?

No lo había. El blanco heló sus huesos y el muchacho se arrodilló, frotándose los brazos con desesperación. Allí no había nada más que él. No importaba lo mucho que se esforzara o las millas que recorriera, el blanco siempre ganaría la batalla, infinito y poderoso.

Minutos más tardes, el vacío también lo borró a él.

Fronteras

lunes, 27 de agosto de 2012

La joven loba se acercó a los deslindes del bosque y observó los dos caminos que se habrían en el valle con un semblante inquieto y algo asustado. ¿Estaba lista para salir de su hogar? ¿Estaba lista para abandonar el amparo de los sabios árboles que la habían visto crecer?

―Recuerda ―le habían dicho más de una vez―. No importa el camino que elijas, pero sé fiel a tu decisión. ―Sabía que toda su manada estaba oculta en la espesura, observando el andar de sus patas y eso la ponía aún más nerviosa. ¿Cuál de los dos senderos seguiría? Trataba de concentrarse en sus propios pensamientos, algo revueltos y enmarañados, y no en los murmullos y gruñidos que la esperarían a su regreso.

«¿Por qué tengo que elegir?», pensó. Y con un último suspiro de rebeldía, comenzó a correr hacia adelante, justo en medio de ambos caminos.

Esas veces...

domingo, 26 de agosto de 2012

Todos rodearon al orador en una trifulca de cámaras y empujones. Cada periodista, reportero y corresponsal luchaba entre la multitud para conseguir la mejor foto, el mejor ángulo, la palabra precisa que podría aparecer en los titulares, la declaración insólita que podría armar una nueva polémica.

El orador trató de abrirse paso entre toda la muchedumbre, con un rostro acongojado y melancólico que, de seguro, despertaría las más absurdas y controversiales especulaciones de los medios. «Ese es el precio que es paga cuando todos están pendientes de ti».

―¡Señor! ¡Señor! ―clamaban las voces―. ¡Aquí para la exclusiva! ¿Qué tiene que decir esta vez? ―¿Cuántas veces no añoró momentos como ese? Que todo el mundo estuviera pendiente de sus palabras, que cada uno de esos buitres escaladores debiera acercar su micrófono y su cámara a su rostro.

Que nadie volviera a ignorarlo. Y ahora...

―No tengo nada que decir. ―Fueron sus únicas palabras y rápidamente se abrió paso entre todos esos cuerpos estupefactos, mientras una única lágrima imperceptible se abría paso entre sus ojos.

Detalles importantes

sábado, 25 de agosto de 2012

Frialdad recorriendo cada fibra de mi ser. Una crudeza amarga que se apodera de mi boca y una vacío infinito que se despliega por mis ojos. No todos son iguales, eso lo sé, pero a veces me comprueban todo lo contrario. Sin embargo, ¿quién soy yo para exigirles algo distinto?

Soy una sombra que se desvanecerá algún día. Hay momentos en que espero que ese momento llegue pronto y me encuentro chocando con la dura percepción de que quizás no ser, ser nada es la única vía. Que no tengo otra alternativa ni otro futuro que acabar en una noticia local o en las lágrimas impotentes y pasajeras de los que me sobrevivan.

Los detalles sí que importan. Las personas importan. Es solo un instante, pero ¿qué tal si fuera otra persona? ¿Si tuviera los medios para arrancar mi alma de su envase? Con ingenuidad, sigo creyendo en todos y cada uno. Me decepciono más cada vez, pero también me maravillo con aquellos que también me responden. No importa cuánto duela.

Seguiré creyendo en todos hasta que ya no pueda hacerlo.

Como una niña pequeña

viernes, 24 de agosto de 2012

Nunca le he temido al cambio, a crecer, a las responsabilidades, al mundo real. Quizás sea por terquedad, ignorancia o simple rebeldía, de esa que me permito a cambio de otras que me niegan. Y también siempre he mirado con extrañeza e incredulidad a aquellos que tiemblan ante el futuro y se aferran a un pasado más sencillo y hermoso.

Pero el miedo está allí, enterrado en lo más profundo de mi corazón. Mi alma se contrae al pensar en los amigos olvidados, en los sueños rotos, en la rutina asfixiante, en la familia perdida en los brazos de la muerte. Y aun hoy, donde todo parece caminar con una paz frágil, pero existente, siento las lágrimas brotando en estas palabras ante el futuro.

Todo estará bien, ¿no es así?

Consejos: Lo que debemos y no debemos hacer como escritores primerizos

 Buenas tardes a todos (: 

Recorriendo el mundo de Twitter, me encontré con el link a un blog de lo más interesante que de inmediato atrajo mi atención: leemaslibros. Estuve un buen rato leyendo las reseñas que ofrecía, cuando me topé con una entrada perfecta, divertida y fresca, que todo aprendiz de escritor debería tener en cuenta en su camino. 

A continuación dejo la publicación que también pueden consultar en el blog respectivo, perteneciente por supuesto a leemaslibros, específicamente de su autor Pedro Román. Podríamos llamarla una lista de lo que un escritor debe hacer, junto, no faltaba más, con todos los ejemplos de uno que hizo todo lo contrario. Espero lo disfruten tanto como yo.

***

Para los escritores, la parte más dura de todo su trabajo es ordenar y plasmar con precisión y belleza los pensamientos en papel (u ordenador); pero, una vez finalizada esta labor, una vez se ha dado por completada la tarea que asociamos con ser escritor, empieza el siguiente reto: vender la novela. O, en este caso, que alguien la lea.

Recibo muchos correos de jóvenes (y no tan jóvenes) escritores primerizos que quieren que reseñe sus novelas en el blog.

Voy a utilizar la correspondencia que intercambié con uno de esos autores para ejemplificar lo que hay que hacer y lo que no a la hora de comunicarse con el resto de personas que forman parte de la vida de tus novelas (lectores, editores, traductores, etc.).

Para respetar su privacidad, no mencionaré el nombre del escritor: lo llamaré señor X.

Todos los textos son reales y han sido reproducidos íntegramente: sólo han sido modificados para no mencionar nombres ni enlaces concretos.

De: Señor X
Para: bloguero1, bloguero2, …, blogueroN
Asunto: Promoción de mis libros

He publicado recientemente 4 libros y quisiera ser promocionado en su blog o página. El blog donde hablo de mis libros es blogdelsenorX. En otroblog también hago reseñas de mis libros. Mi concepto de la literatura es la regeneración ética de los sentimientos de los lectores. Tengo muestras de mis poemas en sitio1 y en sitio2 y de mis cuentos en sitio3

Feliz día. Un saludo afectuoso.

Adjuntos: 5 fotos (una del escritor, las otras  las portadas de los libros), sinopsis de los libros en un Word y biografía del escritor.

CONSEJO 1. Dirígete personalmente a quien escribes.

El primer problema está en el “Para”. Cuando mandas un correo impersonal a cien destinatarios se llama SPAM. Es una falta de respeto. No es un correo digirido (en este caso) a mí. El señor X no sabe quién soy. Esto no resulta nada atractivo para el propietario del blog (en este caso yo) o de la editorial a quien se remita el correo. Directamente será descartado.

En este caso, lo correcto es escribir algo en estos términos:

Buenos días (nombre del bloguero),
He descubierto tu blog (nombre del blog) y me encantaría poder contar con tu colaboración.
Me presento: …

No es necesario deshacerse en elogios, ni siquiera ser seguidor del blog con el que quieras colaborar (aunque realmente es lo mínimo que puedes hacer…), sino tener una minúscula cortesía. Para una editorial o agente sí es necesario un mayor esfuerzo para demostrar que conoces su trayectoria, que tienes claro a qué sectores se dedican exactamente y que tu carta no les hará perder el tiempo.

¿Por qué va a perder alguien el tiempo conociéndote, si tú no lo has perdido antes para conocerlo a él?

Por descontado, el asunto del correo también es incorrecto. “Solicitud de colaboración” no es muy imaginativo, pero al menos es educado.

CONSEJO 2. Incluye un extracto de alguno de tus libros.

Te estás dirigiendo a un lector (o a muchos lectores, como en este caso…) que tiene un blog. No importa tu biografía. La sinopsis de tus libros es útil para descartar rápidamente si tu novela encaja o no con las preferencias del lector o editor, así que está bien incluida. No incorpores tu foto salvo que seas modelo. Y sí: manda las primeras 30-50 páginas de tu novela en PDF o algún otro formato de gran compatibilidad y que las palabras de tus libros hablen por ti. Si alguien supera la falta de respeto de haber sido incluido en un correo de SPAM, le interesará ver una muestra de tu trabajo.

Ésta fue mi respuesta (disculpad la pésima redacción; la escribí rápidamente en un móvil):

De: Pedro
A: Señor X
Hola Señor X,

Gracias por contar con mi blog. No hago publicidad de libros, salvo por grandes eventos editoriales. Lo que sí puedo hacer es leer libros y reseñarlos si me parece adecuado hacerlo.

Desgraciadamente, en este momento mi agenda de lecturas está desbordada, por lo que no puedo comprometerme a nada.

Siento no poder ofrecerte ningún tipo de colaboración. Como sugerencia, que eres totalmente libre de ignorar, te recomendaría subir tus libros a Amazon en formato digital y regalarlos temporalmente para ganar cierta visibilidad, aunque entiendo que esta solución no sea adecuada para todo el mundo.
Un saludo.

CONSEJO 3: Si autopublicas, hazlo con los grandes.

El correo del señor X no merecía ninguna respuesta (recordemos: escribir impersonalmente a decenas de destinatarios es SPAM). Sin embargo, todo el mundo tiene derecho a equivocarse y puede que le venga bien una ayuda. En este caso, mi consejo era (es) que si autopublicas (y el correo llega de un escritor, no un agente o una editorial, lo que indica o debería indicar que está autopublicándose), lo hagas con algunos de los grandes: Amazon o Apple. Amazon es quien lleva más tiempo en esto y, aunque no tengo datos que lo confirmen, sospecho que es quien mejor funciona para novelistas.

La respuesta del señor X fue la siguiente:

De: Señor X
A: Pedro

Tu agenda me da a mi la impresión de que es bastante gris, date un gustazo y lee mis poemas, que gustan hasta a quien la poesía no le dice nada o mi novela, que tiene momentos sublimes y tiene un estilo impecable o mis casi 300 cuentos cuyo final es imposible de predecir en casi cada uno de los casos… Pero es una sugerencia que puedes ignorar. No puedo subir mis libros gratis en Amazon porque los libros no son propiedad mía sino de editorial desconocida y tendría que pagarlos yo de mi bolsillo.

En fin, sigue con tus novelas sobre extraterrestres y vampiros lunares :/
Feliz domingo.

CONSEJO 4: Sé profesional.

Ya lo sabíamos, pero en este correo es todavía más evidente que estamos tratando con un aficionado que no se toma en serio su trabajo ni el del resto de personas. Desde los insultos hasta la ridícula defensa de sus escritos, todo en este correo rezuma a novato. Evítalo: contesta siempre con profesionalidad, tacto y cortesía. Incluso cuando no leas lo que tú esperas.

CONSEJO 5: Escribe sólo a quien realmente quieras que lea/publique tu trabajo.

Si por casualidad mi blog tuviera reseñas sobre libros de extraterrestres y vampiros lunares y las novelas del señor X no tratan de estos temas, ¿por qué me escribe? Es importante no hacer perder el tiempo a los potenciales lectores o editores de tus escritos. No cualquier sitio es bueno para que hablen de tu obra. Investiga los blog (o editoriales, o agentes) y sólo envía tu correspondencia a aquellos que sean afines a tu trabajo. Ahorrarás tu tiempo y el del resto, a la vez que tendrás más probabilidades de éxito.

De todos los tipos de aficionados, sólo podía tratarse de un avaro o un megalómano (o una combinación de ambos). Los avaros pretenden que compres su obra y luego hables de ella; los megalómanos están por encima de cualquier criterio que no los reconozca como grandes genios de la literatura (es decir, por encima de todos).

Más divertido que irritado y con la mente puesta en escribir esta entrada, respondí para averiguar cuál de los dos era.

De: Pedro
Para: Señor X

¿Me regalas un ejemplar?
Me temo que no sigues mucho mi blog, por los comentarios que haces.

Me regaló los libros, así que era megalómano:

De: Señor X
A: Pedro

Pues te regalo los pdf de la maquetación. No sé si podrás pasar el pdf a tu ebook no entiendo mucho.
Ahí los tienes los cuatro, disfrútalos :)
Feliz domingo, Pedro.

CONSEJO 6: Si quieres publicidad, necesitas regalar ejemplares.

Sé que es duro regalar tu trabajo, pero incluso los grandes escritores regalan decenas de ejemplares (digitales y de papel) para que los reseñen en periódicos, blogs, revistas. Si quieres que alguien lea tu obra, es obligatorio que se la entregues sin coste. No seas un aficionado avaro…

Leí las primeras páginas de la novela y (como era previsible) no me gustó. Respondí:

Hola señor X,

He leído las primeras páginas de la novela y no me convence. Si me aceptas un consejo, trabaja durísimo esas primeras páginas, porque son las que deciden que un lector siga (o no) y que un lector compre (o no). 

Lo siento.
Un saludo.

CONSEJO 7: Las 5 primeras páginas son fundamentales.

Me disculpo por la falta de magia de este consejo. Estoy seguro de que Joyce me escupiría (y con razón) por escribir esto. Si eres un escritor de talento, si escribes Alta Literatura, olvídalo: no te hace falta. Tu prosa y su estilo van a desbordar por todos lados. Si no, si eres como el 99,99999% de los escritores y de los intentos y abortos de escritor, síguelo a rajatabla. Engancha con tus primeras páginas con lo que hagas mejor: establece un buen misterio, lanza unas frases iniciales descomunales. Atrapa al lector para que desee seguir leyendo. Da en esas páginas iniciales el do de pecho. Es triste, los sé, pero así funciona esto. Y no me creas a mí: compra este libro de Noah Lukeman (agente y escritor profesional) que, casualmente, se llama “The First Five Pages” y mira lo que dice.

Un editor puede recibir cientos de ejemplares cada mes. Cientos. No tiene tiempo de evaluar cada uno de ellos con la dedicación que cada escritor cree que su obra merece. Por esto es fundamental salirse de todos los parámetros en las primeras páginas: cualquier error de formato, ortográfico, de ritmo, de estructura, será un rechazo inmediato. Asúmelo cuanto antes, pasa por el aro y cuando seas un autor superventas o tengas un público fiel, escribe lo que quieras, pues se venderá solo.
Esta es la sorprendente primera respuesta del señor X:


De: Señor X
A: Pedro

Quizá tengas razón, la novela es una novela primeriza, me encontraba como un elefante en una cacharrería pero es lo suficientemente corta como para que no te quedes con la primera página, hombre, yo que sé…

Gracias.

(Aquí no tengo consejo que añadir. Me parece un respuesta correcta y sincera. Si la hubiera dado al comienzo… y si se hubiera quedado aquí…)

Pero como buen megalómano, al rato envió otro correo en un tono bien distinto. Yo no había respondido nada: el señor X no necesitaba mi respuesta.

De: Señor X
A: Pedro

No creo que a la literatura de verdad le vengan bien tus consejos de marketing. Yo escribo para perdurar en el tiempo, no para ganarme una mísera soldada. No me convence ese “lo siento”. Me suena a jactancia de lector experto en leer las primeras páginas y sacar conclusiones “prejuiciosamente autorizadas”. Si lees, lee para sentir lo que lees, no para tomarte tan en serio tu trabajo.

Me sabe mal que seas tan poco receptivo porque eras el único que ha contestado a mi email de esta tarde. Bien, no me hace falta tu ayuda, he perdido la tarde pero no voy a perder mi destino.

Llevo poco más de un año escribiendo en internet y la gente inteligente me sabe admirar, no así los monosabios ni los que esperan que agache la cerviz y les lama las manos. He conseguido mucho más en un año que otros en cinco. Mi talento no es una fantasía que yo haya elaborado para superar mi escasa autoestima, es un valor objetivo que puede reconocer cualquier persona inteligente que sepa lo que es la literatura. Pero no puedo ni quiero imponer mi criterio a los demás. No soy autoritario sino que lo que me guía en este mundo es precisamente liberar al hombre de sus malditas cadenas. Soy tozudo, como mi padre, que en paz descanse, y sé que algo sí se moverá en el mundo gracias a lo que escribo, y si no ocurre así, al menos mi fe en ese objetivo habrá justificado la vida que me quede.

Un saludo.
Yo también siento lo tuyo.

CONSEJO 8: Escucha las críticas.

Es evidente que el señor X no sabe encajar las críticas. Conozco pocos libros sobre los que no sea capaz de sacar algo mejorable (con razón o no). En las 500 o 600 páginas de cualquier novela, es casi imposible que el nivel sea homogéneo y que la prosa sea perfecta en cada frase, que el ritmo no baje en algún momento, que alguna caracterización, algún adjetivo, algún matiz, no pueda ser más preciso y exacto.

Las críticas destructivas puedes ignorarlas sin más. Los halagos vacíos también. Las críticas constructivas, las que pretenden darte el punto de vista sincero de un lector, escúchalas atentamente: si varios lectores te dicen lo mismo, quizá tengan razón y estén viendo algo que tú no. Agradece el esfuerzo que están haciendo al comunicarse contigo para darte esa valiosa información y procésala: puede que así no aprendas a ser mejor escritor, pero sí sabrás qué espera leer tu público.

Respondí, cerrando la conversación. Me gusta ayudar (si puedo y sé), siempre que mi ayuda sea necesaria o solicitada. El señor X es un caso perdido:

De: Pedro
A: Señor X
Hola Señor X,

Comprenderás que es difícil ayudar a quien no necesita ayuda. Recuerda que has sido tú quien me ha buscado, no al revés.

Tómate mis consejos como quieras, por supuesto. Y sigue viviendo tu sueño de ser escritor. Contra una buena fe y una prosa indestructible no se puede hacer nada, y el tiempo acaba dando la razón a unos y quitándosela a otros. Creo que te falta lo segundo, pero es solucionable.

Sólo te pido que no me juzgues a mí por no dedicar mi tiempo a leer algo que tú mismo reconocías hace un rato que quizá necesite mejorarse.

Siento haberte hecho perder la tarde.
Me despido.
Un saludo y suerte.

CONSEJO 9: Ten fe en ti mismo (pero no exijas a otros que la tengan).

La fe en sí mismo que demuestra el señor X es algo recomendable. Por dar algunos ejemplos conocidos, J.K. Rowling y Stephen King mendigaron atención en decenas de editoriales. Decenas de rechazos. Si no estás dispuesto a tener esa fe en tu trabajo, déjalo ya: nunca serás escritor. Hay casos excepcionales de escritores que han colocado sus novelas a la primera, sin esfuerzo, pero son minoría. El resto de los mortales, desde los más grandes hasta los más pequeños, han tenido que llamar a muchas puertas para que alguien les abra.

Una vez te han rechazado, no insistas: ten la elegancia de continuar tu camino sin menospreciar a nadie. Mejora tu novela si sabes lo que falla y continúa con la siguiente puerta.

Y esta vez, no insultes a quien te abra…

De: Señor X
A: Pedro

¿Qué le falta a mi prosa y es remediable, según tú criterio?

— o —

De: Señor X
A: Pedro
Asunto: Ver si podemos arreglar “lo nuestro”

Amigo Pedro:

Comprendo que estés reacio en estos momentos a ayudar en la carrera de un individuo colérico y jactancioso, que tuvo la poca vergüenza de agraviarte insinuando que eras un crítico gris y entregado a la industria de la literatura mercenaria. La verdad, muchas veces he tenido que disculparme ante mis amigos por estas salidas de tono alegando mi trastorno mental, mi infancia traumática, mi soledad de largos años que me ha hecho un ser huraño y hostil a los humanos… pero francamente, si he de decir la verdad, casi siempre, la verdadera razón es que me encanta la controversia y las discusiones apasionadas y tengo un poco de alma gitana y me gustan las navajas verbales y la jactancia viril.

Si, por un casual, esta explicación te sirviera como satisfacción al enfado que muy probablemente tendrás contra mí, te rogaría que, una vez liquidadas nuestras diferencias, me explicaras de modo más o menos preciso qué defectos le ves al comienzo de novela del señor X. Una lectora ya me indicó que el problema de esta novela es la falta de sosiego en la prosa, en la que se amontonan en una sola oración muchos elementos heterogéneos. Por eso no me extraña tu crítica contra mi prosa y la asumo. Pero quisiera que, si no es abusar de tu tiempo, me expusieras más pormenorizadamente las cosas en que crees que debo mejorar, juzgando por todo lo que hayas leído de mi autoría.

Sin más que añadir y esperando haber acabado con el enfado que yo mismo he generado, me despido, ojalá que no para siempre, porque ni siquiera un genio de la literatura como yo puede prescindir de nadie

Un abrazo, Pedro, y feliz lunes. Espero que mejor que el de la foto.

Adjunto: foto de una persona subiendo una montaña de papeles.

— o —

De: Señor X
A: Pedro
Asunto: Lamento mi comportamiento

 Gracias por tu consejo, Pedro. Has tenido conmigo una amabilidad que he demostrado no merecer. Hasta siempre.

Un abrazo, si me lo aceptas, compañero.

CONSEJO 10: Sé paciente.

No todo el mundo sigue tu ritmo. Está claro que una vez envías un email o remites tu libro a una editorial quieres que el receptor deje todo lo que esté haciendo y te atienda pero el mundo no funciona así. Una vez envíes un correo, ten la suficiente paciencia para asumir que puede que jamás tengas una respuesta o que ésta puede tardar más de lo que tú querrías. Por dar un par de ejemplos, George RR Martin tarda años en contestar al email, y John Howe unos 8 meses. Lo sé por experiencia.

Tras ser insultado en varias ocasiones no tenía intención de responder más al señor X, pero si no fuera el caso, hubiera debido esperar antes de enviar más emails.
No lo hizo. Este correo fue el último que recibí:

De: Señor X
A: Pedro
Asunto: Buenos días

Francamente, conozco abueletas menos duras de oído. Espero que tengas muchos seguidores, yo desde luego no seré uno porque no me fío de un crítico que lee las primeras páginas de los libros y extrae una conclusión inmutable, como si la literatura fuera una tarea de ingenieros o de técnicos mecánicos. La prosa de Proust fue juzgada por un crítico de su tiempo como torpe, el torpe era, en este caso, el crítico. Yo creo en el arte como creación individual para los individuos, esa manera tuya de entender la crítica me parece totalitaria.

Que pases buen día. Estas son las últimas palabras que oirás de mí, don’t worry.

Frente al divertido señor X, propongo el caso de otro escritor bastante diferente. Uno que efectivamente no necesita mi ayuda, pues vende decenas de miles de libros, y a quien recientemente he reseñado: Juan Gómez-Jurado.

No pido que te guste ni lo que escribe ni cómo lo escribe. Aquí lo traigo como ejemplo de elegancia en el contacto con sus lectores.

Al finalizar de reseñar su novela La leyenda del ladrón había detalles que no encajaban dentro de la reseña pero que quería comentar con el escritor; quería darle mi punto de vista justificado. Le remití un correo con algunas críticas más detalladas de las que incluyo en la entrada del blog.

Terminé el en torno a las 12 de la noche y lo envié. Cuando desperté ya tenía la respuesta en mi bandeja de entrada.

Comulgaba con unos puntos, justificaba algunos y estaba en plena discrepancia con otros. No hay nada que decir a esto. El autor tuvo la delicadeza de responder a un correo sincero de críticas de un lector al que le había encantado su novela pero había encontrado algunos altibajos en ella. El correo de Juan tenía  una extensión y detalle dignos de elogio (no incluyo los correos aquí dado que el contenido concreto no es relevante y no he solicitado permiso al escritor).

Por último, entre otras cosas, me daba las gracias.

CONSEJO 11: Agradece el tiempo que se te dedica.

Esta recomendación no se restringe a los intercambios literarios: da las gracias, continuamente. Quizá creas que no es necesario o que es excesivo, pero quien te ha dedicado su tiempo a cambio de nada puede que se sienta bien con sólo una frase. Pocos consejos de los que te he dado son más fáciles de seguir y cuestan menos de implementar. En el peor de los casos, ¿qué pierdes?

CONSEJO 12: Trabaja duro. Es lo único sobre lo que tienes verdadero control.

Ya acabo con un baño de realidad. No esperes una gran recepción de tu primer trabajo, ni del segundo, ni del tercero. Trabaja con intensidad cada uno de ellos, y déjalos cuando consideres que los has acabado (las obras de arte, decía Wilde, no se terminan: se abandonan). Mejórate a ti mismo en tu siguiente novela y sigue trabajando: apenas hay personas que viven bien de lo que escriben, así que no esperes milagros.

Suerte.

Y gracias por leerme. 

 ***
¿Algun pecador que reconozca haber faltado alguna de estas normas? La situación del Señor X me pareció bastante ilustrativa y, aunque jamás se me habría pasado por la cabeza tener su actitud ―más por falta de autoestima que por verdadera humildad―, sí me pareció interesante para tener en cuenta, ya que explora "el otro lado de la moneda". 

A mí, personalmente, me ha parecido estupendo. ¡Y pensar que hay tantos Señores X en esta vida!

Un saludo (:

Detalles

jueves, 23 de agosto de 2012

Era un pequeño café en la esquina de esa concurrida ciudad. Aún así, estaba tranquilo y sereno y la joven se sentó en una de las mesas, algo angustiada por los precios que veía en la carta, pero decidida a cambiar su rutina por aquella vez. Era un acto tan simple como elegir una calle distinta o gastar dinero en algo en que solía ahorrar. Eran esos pequeños detalles que cambiaban el rompecabezas y hacían que su mente sonriera.

"¿Qué va a ordenar?", preguntó el mozo al acercarse.

Ella no respondió de inmediato, sonriéndole. ¿Quién sería él? ¿Cuál sería su historia tras el uniforme y la sonrisa cansada? Sacó un bloc de notas con rapidez, aprestó el lápiz y volvió a sonreír.

"Un té, gracias. Y dime, ¿cómo te llamas?"

Gotas

miércoles, 22 de agosto de 2012

Sé que no es por la lluvia, aunque muchos podrían pensar que es así. El viento helado y las gotas cayendo furiosas sobre mi cabeza encapuchada no agregan ni quitan nada a lo que se retuerce en mi interior, aunque quizás lo distraigan un poco, pues la mente, racional y alerta, se concentra en las preocupaciones mundanas ―¿Se mojará el portátil? ¿Debería abrir el paraguas?― antes que en las profundas.

No sé ya qué siento con exactitud. Solo un intenso vacío, un frío sobrenatural, una desesperanza terrible que se alza como un monstruo infantil y poderoso sobre mí. Solo escribo, porque necesito hacerlo. No importa qué, no importa cómo se arme, no importa qué estoy diciendo. Solo necesito que el sonido de mis latidos y el desenfreno de mis pensamientos se apaguen. Y sé que así lo harán, al menos hasta la próxima vez.

En días como estos pienso en eso. En lo prohibido, en lo cobarde, en lo censurado, en lo estúpido, en lo desesperado. En el romance de la tragedia y el temblor que provoca. Pienso en qué me hace escribir esto y por qué lo hago. Pienso sobre por qué sigo aquí.

Por supuesto, se me ocurran varias razones, aunque ninguna parece suficiente. Todas parecen débiles y superfluas ante la crueldad y tiranía de su enemigo. Quitarse la vida. Incluso suena artístico y especial, aunque, por supuesto, no tiene nada de eso. Es solo un acto humano incomprensible y evidente. No me devanearé con los adjetivos. No tiene sentido. Solo es.

Sé que las cosas van a cambiar. Sé que lo harán. Sé que mañana será mejor y que nada de esto tendrá sentido. Sé que esto es solo por hoy, aunque aprieto los ojos con fuerza para evitar que las lágrimas se desborden. Sé que es pasajero. Nada es para siempre. Ni siquiera el dolor.

Pero hoy las cosas son tristes. Hoy me siento derrotada y estática, como un títere al que su maestro no lo mueve. Cansada de mí misma, cansada de luchar contra las ideas que azotan mi mente como el mar a la costa. Aunque suene lo más repetido, insulso, tonto, retorcido, infantil, profundo, extraterrestre… siento que no pertenezco a este mundo. Siento que me oculto tras un velo de patéticas mentiras que solo me atrapan en un lazo de púas.

¿Cuántos escritores, artistas y pequeñas sombras han visto la vida como un baile de máscaras? Hay algunas muy bellas, otras grotescas y sombrías; algunas que parecen ser la piel misma de quien la lleva y otras que se abandonan en el camino como recuerdos de una época pasada de capas y espadas. ¿Cómo es la mía? ¿Cómo es la vuestra?

Es fuerte. No es bella, pero sí firme, serena y confiada. De trazos elegantes y algo sombríos en ocasiones. Tranquila, casi indiferente, como una suerte de antifaz fantasmal. Es un yelmo fácilmente destructible, pero diseñado con astucia para que cada grieta que se produzca a lo largo del tiempo no le dé sino lustre y desplante, en lugar de reflejar las heridas y rasguños de la vida.

No sé cuánto más resista esta máscara. Supongo que cuando se rompa finalmente, deberé construir otra. Más fuerte, más firme, más indiferente, más oscura. O quizás el yelmo caiga al piso y el cuerpo se desmorone junto con la falsa máscara. No lo sé. Pero es irónico cómo las comparaciones y la elegancia de las palabras me seduce, tratando de alejarme del vacío absoluto que invade todo mi cuerpo. Es como si algo en mi interior se hubiera encogido de hombros y se hubiera desplomado. «¿Para qué más?» Por eso escribo. Porque es emoción, es dolor puro, es magia viva, sangre ardiente, melancolía suicida. Y este títere abandonado siente que sus nervios gritan por enfrentarse a las palabras. ¡No significan nada! ¡No son más que desvaríos de una mente cansada y cobarde! Son solo palabras, como solo son sueños los que soñamos.

Pero son mías. Las siento, combaten con Lo Vacío y quieren ganar. Sienten que pueden y, aunque no soy más que los despojos de un campo de batalla milenario, también quiero que ellas ganen, así que me levanto, me enfrento a la página, dejo que las lágrimas estropeen mis mejillas y termino con una sonrisa desafiante.

No tiene nada que ver con la lluvia que cae. Hubo muchas personas que me enseñaron el valor oculto de una palabra. Extraño con toda mi alma a uno de ellos y espero que esté combatiendo sus propias batallas y ganando cada una de ellas. Espero que alguna vez recuerdo que no es justo que siendo protagonista, se olvide de los secundarios; espero que esté triunfando, aunque yo sigo jugando y luchando.

Viviré porque así lo quiero. Porque no soy capaz de hacer algo al respecto. Porque escribo. Porque te extraño. Porque los quiero. Porque sueño. ¿Por qué no?

Mientras… tengo mis palabras.

Amargura

martes, 21 de agosto de 2012

El hombre miró a través de la ventana y soltó un suspiro cansado y amargo, que nadie más percibiría. El gris parecía empeñado en teñir sus ojos y cada imagen que veía se le hacía dura y sin lustre, tan diferente a como su mente la había recreado.

"¿Por qué tan melancólico", preguntó su hermano con una mirada taciturna. "¿Otra vez perdido en los sueños?"

Él se quedó en silencio unos segundos antes de responder.

"El problema no son los sueños, sino la realidad", contestó y apartó la mirada de la ventana sucia que continuaba mostrando lo que todos veían, pero que para él solo era el espejo de una cortina enmohecida y vieja. Sonrió con amargura y cerró los ojos para ver la verdadera realidad.

Agonía

lunes, 20 de agosto de 2012

¿Qué soy?

Nada más que una herida que teme cerrarse y que teme sangrar. No avanzo ni retrocedo, me mantengo en el mismo estado, esperando que le viento cambie. No quiero que me miren. Sé que si lo hacen, no verán nada más que una criatura trémula, orgullosa y golpeada. Acéptame o lárgate.

Pero siempre vuelven. Siempre los recibo. Siempre los quiero. Me olvidan. Los olvido. Y la herida continúa allí, supurando a veces. "Se me pasará". Sé que es así. Siempre ha sido así.

Entonces, ¿por qué las lágrimas caen de mis ojos?

Más allá del cristal

domingo, 19 de agosto de 2012

Yo amo. Tú amas. Una conjugación que podría continuar. Todos amamos. Sí, aunque sea a nosotros mismos, un animal, un amigo, una pareja, un familiar, un árbol, una idea, la vida misma. Amamos. Pero solo cuando coinciden con nosotros. No te amaré si me contradices. No me amarás si te cuestiono. No me amarán si no les hago favores, si me niego a su abuso.

Solo amaremos a los que están con nosotros. Carne, sangre, alma. Lo importante es que estés conmigo y me sigas. ¿Alguna vez has amado a quien te ha desafiado? No es fácil.

"¿Y tú? ¿Lo has hecho?"

"Sí. Y es el amor más doloroso y sincero de toda la vida".

Hipocresía

"Yo amo a unos".

"¿Y qué pasa con los otros?"

"Son los que dañan a los unos, los odio".

"Pero quieres protegerlos del desprecio. Quieres igualdad. ¿Cómo habrá igualdad si desprecias a los otros?"

"No merecen mi amor. Los unos son los únicos que valen la pena".

Hipocresía. Igualdad no es odiar al otro. Es respetarlos a ambos. No es elevar a uno por sobre otro, es tenerlos frente a frente. No es hundir a un bando para elevar a otro. Es unirlos a ambos con fuerza. Hipócritas. Claman venganza en nombre de la justicia. Claman por aquellos que odian. Son iguales a los que desprecian. Para ustedes, la maldad existe cuando le ocurre a aquellos que aman. Pero cuando la maldad ocurre a aquellos que odian... ¿a quién le importa?

Hipócritas. ¿Quién los entiende?

Principito

viernes, 17 de agosto de 2012

"Volveré", prometió él con una sonrisa orgullosa. Su máscara continuaba en su lugar y aunque creía ver una lágrima en su rostro, mis ojos solo podían fijarse en sus ojos firmes, en sus palabras absolutas y en su adiós relativo.

"¿De verdad?", pregunté. Él no quería ver mis lágrimas.

Él asintió con la cabeza y acercó una mano dura y confiada a mi mejilla. Volvió a sonreír con esa dignidad rota y esa ironía de misántropo enamorado. ¿Por qué no lo amé antes?

"Seré digno de ti. Volveré". Era más un desafío que una promesa. Era la respuesta a un reto más que un murmullo de amor. Pero yo así lo recibía y lo cobijaba en mi memoria en cada minuto. Era digno de mi dolor, de mi cariño, de mi respeto. Ya era digno. Ya podía verme a los ojos. Era mi pájaro burlón, pero él no lo sabía.

Y sigo esperando.

Reparaciones.

jueves, 16 de agosto de 2012

Un pequeño martillo realiza reparaciones en la esquina de su cabeza, dando órdenes a invisibles obreros y constructores. Y ella se pregunta por qué la mantención ocurre en los días de más trabajo y concentración, mientras se toma la cabeza con un gesto de dolor y busca en vano una dipirona en su mochila.

"¡No tiene caso!", grita el capataz. "¡Estamos retrasados con las obras!" La chica gruñe y sonríe a la vez. Los desafíos requieren reparaciones: el martillo sigue golpeando y ella solo suspira; piensa que es imposible contar historias en 99 palabras. Parece que sus empleados no están de acuerdo y siguen trabajando, machacando su cráneo en busca de perfección.

El dolor de cabeza le duró toda la clase.

Pensamientos bajo el techo

miércoles, 15 de agosto de 2012

Llueve.

No hay nada más tranquilo, intenso, dramático y sencillo que estar arrebujada entre las mantas mientras se escucha las gotas golpear contra el techo de la casa que está a tan solo unos cuantos centímetros sobre mi cabeza. Pienso en todos los charcos pisados, en los paraguas que no se abren, en el frío bajo los puentes, en la libertad del chico rebelde cubierto por la capucha.

Cierro los ojos un momento, acaricio un poco mis cadenas y sigo escuchando.

Cosas que necesito hacer urgentemente

martes, 7 de agosto de 2012

  • Entender que ese es el tema adecuado. No importa que la idea pueda quemarse o que sea posible que yo no sea tan buena como para llevarlo a buen puerto. Es el tema.
 No hay dudas en mí hoy, pero seguro las habrá mañana. Querida yo del mañana: ¡entiéndelo! ¡es el tema! ¡tú lo sabes! ¡yo lo sé! ¡todos lo sabemos! Es el tema que debes escribir, así que, por favor, deja de dudar y hazlo. Si no resulta, se habrá intentado al menos.
  • Organizar tramas, personajes e ideas principales. Dejar los detalles para otra ocasión.
Tampoco es un trabajo científico. Es esfuerzo y dedicación, pero también creo que hay que dejar espacio para que las tramas crezcan por sí mismas y los personajes se rebelen contra sus cadenas.
  • Ordenar mis horarios para establecer, si no una disciplina, sí algunos márgenes para domesticar mis aficiones.
No sé con exactitud cómo voy a hacer esto, pero imagino que me relegaré a las mañanas durante la semana y durante las tardes durante los fines de semana. Aunque es probable que rompa con todos los esquemas establecidos. Viva yo.
  • Encontrar la música adecuada que no me distraiga hacia nuevos mundos absurdos que, definitivamente, nunca verán la luz, gracias a mi infinita bondad hacia la humanidad.
En especial, música sin letra o cuya letra apenas sea entendible, ya que cada nueva palabra que es procesada por mi cerebro da lugar a infinitas y tontas posibilidades que no solo son inútiles, sino pegajosas y tentadoras de pensar durante horas.
  • Comprar una libreta para no dejar escapar las ideas, post-it para ordenar mis pensamientos y volver a acostumbrar mi mano a tomar un lápiz.
 Es increíble cómo la tecnología me ha consumido por completo. Ahora ni siquiera soy capaz de tomar un ramo de la universidad en donde no permitan llevar el computador ―¡cómo rayos voy a tomar notas!―, lo que es algo insólito. Debo volver a mis raíces, esos días felices en que llenaba cuadernos de tonterías. Por ende, debo proveerme de materiales y volver a domar mis manos.
  • Recordar que, por mucho que te extrañe, Pájaro Burlón, por mucho que te haya decepcionado y que estés sonriendo ante mis vanos intentos por continuar, sigo jugando.
Realmente te extraño. Y sí, acabo de utilizar un adverbio, Stephen King debe estar revolcándose en su habitación de escritor. Pero realmente lo hago. Deberías volver ¿sabes? Solo digo. Sería estupendo. De veras me gustaría que lo hicieras. Pero jugaré mientras pueda. 
  • Cumplir mis metas diarias, aunque el mundo se venga abajo. Okey, okey, si se viene abajo tengo permiso para dejarlo por un día. 
Nunca me ha resultado, pero eso va a cambiar. Seré realista y empezaré por metas risibles, a prueba de novatos ―¡lo soy!― para luego ir aumentando la dificultad y ser una completa maestra.
  • Desconectar Internet al momento de escribir. Por favor, nadie muera, intente suicidarse o me declare amor eterno mientras escribo. 
Será difícil para mí, no tanto por las distracciones y el ocio ―siempre bienvenidos―, sino por las personas con las que de verdad quiero hablar, que pueden estar pasándolo mal o que pueden necesitar de mí. Espero nada malo pase. Qué va, seguro que el mundo sigue girando sin que yo esté vigilando ¿verdad?
  • Experimentar estilos, técnicas, consejos. Después de todo, no será más pérdida de tiempo que lo que hago actualmente.
Nadie se sorprenda si encuentran entradas repetitivas o motivadoras. Esto es un blog personal ¿eh? Sí, es mi carta de presentación y mi mejor red a la hora de pescar lectores, pero ¡vamos! Esto es mío, nadie lee y si alguien lo hace... ¡acostumbraos! Luego seré profesional y todo mejorará, lo prometo ―ja ja ja.
  • ESCRIBIR
Lo más importante ¿no? 

Desafíos

Esto realmente es una clase de desafío personal: escribir, escribir, escribir. Es gracioso, porque hace unos años ni siquiera habría sido un desafío realmente, sino un hábito. O más que un hábito, una obsesión bastante extraña que me traía paz. No obstante, ahora todo ha cambiado radicalmente.

No sé si fui yo la que cambió, las circunstancias o... precisamente fue que nada cambió y eso fue lo que detonó el caos. Porque evidentemente uno no puede pretender crecer y desarrollarse si todo sigue exactamente igual. Tal vez muchos no lo entiendan, pero yo sí sé lo que significa que las cosas se estanquen a extremos dolorosos, de esa forma que te hace desear gritar y romper el tejido de la realidad, pero que, al final, solo te deja en una estado de angustia y desesperanza. Como fuera, este es un compromiso. Siempre hago esta clase de cosas: comprometerme a hacer cosas que luego dejo con un mental "bah, otro día será" que no solo trae vergüenza y humillación a mi mente, sino que también una profunda culpabilidad.

Sé quién soy y sé lo que quiero. El problema es que quiero varias cosas y cada una de esas cosas ―muy importantes― lucha en mi interior por el dominio, como fieros guerreros que pelearan por el liderazgo de una tribu. Son fuertes y fieros y nada los detendrá hasta vencer a sus enemigos; el problema está en que que ninguno es lo suficientemente fuerte para derrotar a su rival. Tampoco ninguno es lo suficientemente humilde como para retroceder un paso atrás. Y tampoco sé cuál quiero que sea el triunfador.

Quizás el problema es que no quiero dar esa respuesta.

Quizás es porque no la sé simplemente.

O quizás es porque no puede haber un vencedor, ya que todos lo son. Así de sencillo.

Hay dudas, por supuesto. Pero también hay cadenas acarameladas, promesas de queso, sueños de aluminio y ojos de cristal. Hay papel y motivos. Especialmente motivos. Motivos que enciende esa llama de hielo que está en mi interior y, como la llama olímpica, muy de moda, parece arder cada cierto tiempo para luego volverse a apagar. Al menos no es cada cuatro años ¿eh? Eso sí que sería terrible.

Pero tengo esos motivos. Entonces, ¿por qué no aprovecharlo todo? Hay limitaciones, sí. Millones de ellas y probablemente muchas más de las que otros sufren. Muchísimas más, porque... ¿qué clase de escritor puede vivir sin sentir o vivir? Eso es simplemente ridículo para la mayoría, pero yo les enseñaré. Les enseñaré que aún viviendo como prisionera, aún sintiendome como una rata en las alcantarillas de una casa cómoda, aun sin ser capaz de creer en mí misma... lograré triunfar.

El triunfo, después de todo, es subjetivo. Bastará con la disciplina. Bastará con las ganas. Bastará con que la llama se encienda nuevamente. Bastará con que todo vuelva a su cauce natural, a cómo debió ser siempre. Nuevas cosas han aparecido en un horizonte demasiado pequeño: cosas hermosas, desconocidas, brillantes, que distraen mi alma y la hacen amar cosas que jamás alcanzará. Dejaré que mi alma se recree en esa belleza incomprendida e infantil, profunda y adulta, de trazos limpios y violentos. Pero ese descanso traerá trabajo.

Esta es mi promesa. Escribir. Escribir. Escribir. Nada más que eso. Poner todos mis esfuerzos en ello. Sé que soy buena para plantearme desafíos y no tanto para cunmplirlos, pero si no sigo intentando... ¿qué más queda? Es solo cosa de continuar en ese ciclo de tratar y abandonar, hasta que deje de abandonar. Suena simple en realidad.

Y ya te contaré cómo me va ¿vale?
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