Susurro: Tecnicismos

lunes, 18 de marzo de 2013

―Fibroblastos ―dijo Daniela con una sonrisa de suficiencia mientras se cruzaba de brazos. El profesor parpadeó unos segundos y frunció el ceño, colocando aquella sutil expresión de extrañeza que siempre ponía cuando sus alumnos lo sorprendían―. Es la respuesta correcta, ¿verdad?

La clase se removió en sus asientos, incómoda. Algunas cabezas se unieron para murmurar lo que la chica acababa de decir, pero ella no podía escucharlos. Tenía una expresión desafiante en su rostro que, a instantes, parecía inexpresiva y que era su escudo de batalla frente a las exposiciones. 

―Señorita…

―Hernández.

―Señorita Hernández, ¿puede repetir lo que acababa de decir?

―Fibroblastos.

Tomás, un alumno de la última fila, que llevaba la camisa desabotonada y que luchaba contra el impulso de subir los pies sobre su banco, lanzó una carcajada que llamó la atención de toda la clase. Pronto, se le unieron algunos otros que, tímidamente, le acompañaron en la risa. El impulso se esparció a lo largo de los bancos hasta llegar a la expositora que esbozó una sonrisa antes de explotar en carcajadas.

El único que permaneció serio fue el profesor que acentuó su entrecejo y negó con la cabeza. Algunos guardias aparecieron, preocupados, con porras en las manos y caras de fastidio, pero él rápidamente les apaciguó con un gesto de su mano. «¡Fibroblastos, fibroblastos!», gritaban todos aquellos locos, pero ninguno sabía qué estaba diciendo.

―¿Qué son «fibroblastos»? ―inquirió uno de los guardias luego de salir de la sala común del Hospital de Psiquiatría. El profesor se arremangó la bata blanca, sonrió y se encogió de hombros. Negó con la cabeza y caminó hacia su oficina por el pasillo.

―La consecuencia de pasarles libros de biología a un montón de locos ―dijo antes de echarse a reír y gritar aquella técnica palabreja que resonó en todo el complejo y que hizo encogerse a los pobres guaridas, que, alguien les amparara, estaban encerrados en aquel manicomio sin saber que eran los únicos cuerdos que quedaban ahí.

Por ahora.

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