Del baúl XX

domingo, 8 de enero de 2012

             Esperando el metro

                Como siempre, simplemente otro día nublado en la mañana que se transformará en un sol ardiente cuando pasen las horas, porque no importa lo agradable y fresca que sea el alba, al mediodía el sol podría asar patos sin ninguna dificultad. Por eso había traído una polera delgada bajo su chaqueta y zapatillas cómodas para soportar la incomodidad que traía el calor. Él amaba el verano, a decir verdad, pese a que las clases se volvían más aburridas y largas que nunca. Y había profesores que eran unos maestros en el arte sin necesidad del clima.

                Se apoyó contra la pared de concreto, observando la oscuridad del subterráneo que le rodeaba. Estaba prácticamente solo, junto a alguno que otro sentado en las bancas cercanas. Esperando el metro, como siempre. Se colocó sus audífonos y se perdió en algo de su música por algunos momentos, marcando el ritmo con uno de sus pies, sonriendo somnolientamente. Se restregó la cara, viendo que todavía quedaban minutos para que su tren llegara. Se deslizó por la muralla y quedó sentado en el suelo.

                Observó como una muchacha, menor que él hacía exactamente lo mismo a unos metros de distancia. No se le veía la cara porque llevaba un jockey y una capucha al mismo tiempo, lo que tapaba toda su cara y, aunque su ropa era holgada, se notaban las formas femeninas bajo ella. Él arqueó una ceja, un poco extrañado por la actitud de la desconocida, aunque no le dio la importancia. No sería la primera ni la última adolescente tratando de ir a la moda e intentando dormir antes de ir al colegio.

                Bostezó, llevándose una mano al cuello y sacándose los audífonos que colgaron en sus hombros. Cambió las canciones con una mirada distraída, sintiendo que el sueño lo vencía. O quizás era el aburrimiento, no estaba del todo seguro. El panorama para su día no era precisamente emocionante y se sentía ya cansado de solo pensar en él. Tal vez todo mejoraría con una gran hamburguesa y algo de acción virtual con sus videojuegos. Formó una mueca de ironía cuando pensó en lo mucho que se burlarían sus amigos si descubrían que prefería pasarse las horas como un vampiro encerrado en su habitación, jugando a gusto que saliendo a hacer cualquier tontería. Aunque tomarse una o dos cervecitas de vez en cuando, viendo su partido de fútbol favorito también estaba excelente…

                —Qué idiota, tío —Era la chica de cara tapada. Arqueó una ceja, un poco salido. Se insinuaba una sonrisa en los labios del desconocido, una sonrisa burlona—. ¿Le tienes miedo a tus amigos? “You may say I’m a dreamer, but I’m not the only one”… —tarareó de repente con tranquilidad.

                —¿Quién te dijo eso? —preguntó con cierto desprecio, con esa expresión extrañada y ciertamente recelosa que usan todos cuando se sienten sorprendidos y, quizás, acorralados—. ¿Te conozco o qué?

                La chica se encogió de hombros y pareció enterrarse aún más en donde estaba, alzando un poco los hombros para quedar más oculto entre ellos.  Él frunció el ceño, pensando que quizás se trataba de alguna tipa borracha o drogada o medio loca. No estaba normal, obviamente, porque ni se conocían. ¿Cierto? No recordaba a ninguna amiga o conocida que se le pareciera, aunque lo cierto era que no podía verle la cara. ¿Se conocían? Y se estaba burlando. Se apartó unos pasos, algo incómodo.

                —Luces afuera.

                Todo se quedó oscuro de repente. Con un chisporroteo intenso y un ruido sordo, las luces artificiales de la estación de metro explotaron entre el grito de los pasajeros que también, como él, estaban esperando.

                —¿Qué mierda? —soltó él, tratando de ver algo en la oscuridad total. ¿No existía algún tipo de generador o algo? Estupendo, simplemente estupendo. Ahora llegaría tarde a clases, porque los trenes también se habrían parado. Quedaría ausente y tendría que conseguirse esa materia con alguien, lo que era una absoluta pérdida de tiempo. ¿Para eso se levantaba temprano? ¿Para que luego un estúpido cortocircuito le jodiera todo? Tal vez debería irse a casa y dormir más, no importándole el sermón de su padre.

                —¿Se cortó la luz?

                —Eso parece… Mierda. Llegaré tarde al trabajo.

                “¡Hey, genio! ¡Todos llegaremos tarde!”, quiso gritarle a esos tipos que hablaban como idiotas. Se sentía repentinamente enojado. Rodando los ojos, se puso nuevamente sus audífonos y puso la música más alta. Se rascó la cabeza, sacando algunas cuentas. Si volvía la luz pronto, quizás llegara. Solo tendría que correr…

                —Algo me dice que correr no es lo tuyo. —Un jadeo errático y ronco, como el de un espectro, se oyó junto a su oído, pese a que tenía la música puesta. Lanzó un grito y se apartó, viendo cómo una figura se recortaba en la penumbra. Una figura sonriente. Desagradable. Apretó los dientes, retrocediendo con sorpresa. ¿Era aquella chica estúpida? ¿Quería hacerle una puta broma o qué?

                Y con eso las luces volvieron. La chica, en efecto, estaba allí, frente a él con una sonrisa torcida y cansada. Unos mechones de pelo manchado con algo caían. Su rostro estaba completamente tapado con su jockey y su capucha. Su sonrisa comenzó a desaparecer en la medida en que se tambaleaba. Una gran mancha de sangre y suciedad ocupaba el centro de su pecho y parte de su estómago.

                —¿Le tienes miedo a tus amigos? —susurró antes de caer al suelo con un sonido espantoso. El chico se quedó allí, helado, temblando, impactado e incapaz de reaccionar. Respiraba ajetreadamente y su corazón latía como un loco. Había sido su respiración ronca y desagradable la que había escuchado.

                Y tarde se dio cuenta que tenía en la mano un gran cuchillo carnicero goteando oscuros chorros de sangre.  Alguien gritó frente a él, mientras retrocedía un paso, soltando el arma que cayó sin hacer ningún sonido en el suelo frío de cerámica.

                El metro pasó a su lado a toda velocidad, sin detenerse con las ventanas apagadas.

                Y las luces se apagaron otra vez.

2 comentarios:

  1. De acuerdo. Una pregunta: ¿Esto lo escribiste por alguna razón en especial? Pregunto porque después de leerlo profundamente un par de veces llegué a la conclusión de que hay gato encerrado. Quiero decir, imagina que este cuento es un puzzle. ¿No crees que falten piezas? ¿Cuál es el sentido simbólico, el mensaje?

    "Algo me dice que correr no es lo tuyo" y "Le tienes miedo a tus amigos", la alusión a esa canción de John Lenon, la situación y el desenlace... No se que quieren decir. Bueno, tengo una ligera sospecha, pero es solo eso, una sospecha. A veces noto que escribes para ti misma o para alguien en específico. En esos casos, solo una persona puede saber cual es el mensaje real porque tiene en sus manos la pieza que falta. El resto solo leemos un mensaje escrito en código para el cual no tenemos clave, un cofre cerrado y sin llave. Incluso podemos llegar a imaginar que tenemos la pieza que falta y caemos en el error de malinterpretar tu mensaje. No estoy diciendo que lo estas haciendo mal, al contrario. El que escribe para otros es un falso y lo que hace es mostrar lo que los otros quieren ver, no lo que él desea realmente mostrar. Solo aclaro que resulta confuso para el lector común. Recuerda que si quieres que alguien que lea tus cuentos pueda de veras recorrer los senderos a donde los guían tus palabras debes definir ese sendero. Ponle señales, semáforos... solo asegúrate de que el lector termine donde tu lo quieras, o se perderá en el mar de tus palabras y terminará ahogado.

    Así que mi pregunta es... ¿Escribiste esto para alguien en especifico o para todos? Si lo hiciste para todos, como un cuento, te quedó genial XD es solo que yo siempre trato de encontrarle las cuatro patas al gato. No me expliques el verdadero mensaje. Es mi problema si no lo entendí... o lo entendí como no era, porque no estoy lo suficientemente seguro de que el mensaje que yo saqué del cuento sea el que de verdad querías dar. Tal vez soy solo yo el que no lo entiende XD Tonto de mí.

    Ahora... ¿Qué el rostro de la chica no estaba cubierto? Entonces, ¿Como pudo ver él la "sonrisa en los labios del desconocido" (que de paso es una desconocida) si llevaba la cara tapada? Voy a asumir que era una capucha tipo Raven XD

    En general es genial, como todo lo que escribes XD

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    1. Seré sincera, con riesgos de parecer muuuy decepcionante. No, no se lo dediqué a nadie y nadie tiene una especial llave para lo que sea. Fue un cuento en general, para todos y la idea no es que fuera confuso, aunque la verdad la sensación que debía dejar era más bien de misterio o de absurdo, como algo sin sentido. Como algo soñado.

      Y tomaré el consejo. Procuraré no crear tanta confusión a la próxima, aunque a decir verdad este escrito lo sentí como la excepción a la regla.

      Y la chica llevaba una campera o polerón con capucha y un gorro, pero la boca no estaba tapada en ningún momento. Trataré de afinar esos detalles de descripción en otro escrito. Gracias por los consejos x) Un saludo y muchísimas gracias por leer. A ver cuándo publicas tú también =)

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