Malas pasadas cerebrales

domingo, 18 de noviembre de 2012

-->
"I’ve never been perfect,
but neither have you" - Linking Park

***
―Hey, humana ―susurra el cerebro desde el interior de mi cráneo―. Estás de muy buen humor. ―Sonreí ante sus palabras. No era del todo exacto: no es que estuviera de buen humor, sino que simplemente estaba de un humor neutro y desenfadado. No obstante, al parecer mi cerebro hoy no estaba para precisiones al parecer―. Sería una pena...
Fruncí el ceño ante su tono malicioso. ¿Qué estaba planeando?
―... que alguien decidiera revisar el último correo de cierto individuo, ¿verdad?
***
Podríamos decir banalmente que fue así cómo empezó todo esto. En realidad, fue un experimento del que ya tenía una respuesta. Una vez me dijiste que yo era la sádica y tú el masoquista, aunque quizás tendríamos que replantearlo. Objetivamente hablando, son solo palabras. Por un lado, ha pasado algún tiempo. Por otro lado, nunca será el suficiente.
¿Quieres saber los resultados de mi experimento, de ese extraño e irracional ―quizás― deseo de volver a leer aquella despedida que parece tan lejana? Todavía no logro secarme todas las lágrimas. Lo escribo, porque necesito hacerlo y no, porque ―¡El Unicornio Rosa Invisible no lo quiera!― vayas a leerlo. Nunca he intentado hacerte sentir culpable y esta no es la excepción.
Quizás simplemente es ese deseo humano y absurdo de creer que sigues allí. Y suena a chantaje. De hecho, todo este escrito suena a un enorme y bastante mediocre chantaje. Pero no lo es. Es solo el resultado de un deseo. El resultado de comprobar, no podía ser de otro modo, que estás más presente que nunca en cada uno de mis pensamientos. Que te sueño a veces y despierto con una sensación de irrealidad que me envuelve por unos maravillosos instantes.
Que a veces aprieto los ojos para dejar correr esas gotitas de emoción que se escapan de su corral y que terminan en mi lengua, devoradas, saladas. Que en ocasiones la ausencia duele y, en otras ocasiones, no existe. No existe, porque, como ahora, estás conmigo, con una expresión taciturna, echándome el humo del cigarro en la cara y con una mueca de decepción. Prometo trabajar mejor en mis escritos. Prometo esforzarme más en ellos, ya que, aunque he escrito más, no siempre publico precisamente por eso: falta de pulido.
Perdóname por técnicamente romper la veda. Sí, nunca dijimos nada sobre escribir ¿verdad? Nunca prohibiste que me dirigiera a ti. Solo prometiste que no responderías. Está bien, está bien, en este momento de la noche estoy sentimental. Todavía no estaba lista para volver a leer tu despedida y la sola palabra me provoca un nudo en la garganta de lo más ridículo. ¡Si tú vieras a esta ruda llorando como una magdalena!
Porque sí soy muy ruda. En serio. Un poco al menos. Un poquito... "Someday, somehow gonna make it alright, but not right now..." Y solo yo sé cuándo, ¿eh? Espero que no mueras como el protagonista del video de esa canción o algo parecido. Y que cuando te sientas listo, no me hayas borrado de tu lista de sueños. Yo no podría hacerlo.
Comencé a leer "It". Me asusté a las veinte páginas y no lo he continuado. Al menos, podríamos decir que tu viejo amigo Stephen logra su cometido, aunque conmigo no tiene tanta gracia: soy una cobarde por naturaleza. La única vez que me arriesgué por algo fue contigo... No me arrepiento ni un solo día, aunque no ha sido precisamente sencillo. Te lo dije varias veces ¿no? Vales cada sonrisa y cada lágrima. Cada instante de duda. Cada fantasía imposible. Cada reflexión y cada sobresalto cuando mencionan ese rincón isleño que es tu hogar.
Hoy estás conmigo. Sí, aunque no lo quieras, aunque creas que es romper las reglas. Estás conmigo, porque mi corazón y mi alma ―¡aunque no exista!― están junto a la tuya en estas letras. Porque eres mi fantasmita personal. Espero no te jubiles demasiado pronto. Avísame si decides hacerlo ¿está bien?  
***
―Eres un cabrón ―le digo a mi cerebro mientras me enjuago las lágrimas con el dorso de la mano y disimulo mi propia pena ante mí misma―. ¿Qué necesidad había de ello?
―Pues... realmente ninguno. ¡Aunque mira el lado positivo! ―menciona el órgano con un falso tono cantarín. No respondo a su provocación y mantengo silencio mientras cierro los ojos un segundo―. Al menos compruebas que lo extrañas y que lo sigues queriendo.
―Nunca lo dudé ―digo con firmeza―. Jamás. Y si vas a decir algo como "vamos a ver cuánto te dura", ya acepté una apuesta similar con él mismo y no me molestaría apostar de nuevo. ―Sonrío con cierto desafío―. Casi siempre apuesto sobre seguro, ¿recuerdas?
―Siempre me dejas como el malo ―se queja el cerebro.
Apago la computadora y me tiro en la cama con una sonrisa triste en los labios. Me acurruco en un rincón y simplemente susurro lo que necesito sacar de mi interior con voz trémula y sobrecogida, pero emocionada y alegre a la vez:
―Te sigo amando...
Suspiro, hastiada por mi propia cursilería. «Cerebro cabrón», maldigo y me echo a dormir con tsunamis y mensajes traídos de la nada.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Santa Template by María Martínez © 2014