Burocracia

lunes, 10 de septiembre de 2012

―Para hoy, pronosticamos vaguada costera y vientos sur-suroeste de tres a quince nudos ―indicó el encargado mientras le daba una lección a todos los presentes, paseándose con trancos largos y parsimoniosos―. Deberán tener cuidado con las marejadas, pero tampoco demasiado. ―Al ver que la mano de un alumno se había alzado, el maestro detuvo sus paseos y lo observó con interés―. ¿Sí?

―Disculpe, profe, pero ese pronóstico, ¿tiene alguna implicancia para mi departamento? ―La pequeña credencial que llevaba en el pecho lo identificó rápidamente como uno de los empleados del Departamento de la Cabeza―. Por lo general, estos climas nos son favorables...

―Claro, ¡cómo solo pensáis en vosotros! ―saltó otro del Departamento de Estómago, algo más gordo y bajito que el anterior, señalando acusadoramente con el dedo―. ¡Estamos hartos de que se nos ignore!

―Créeme, a juzgar por las estadísticas de la Comisión de Peso Corporal, lo que menos hace es ignorarlos ―dijo sarcásticamente un aprendiz de la División de Pies. Siempre eran los menos escuchados en todas las Asambleas, pero a veces lograban sacar algunos líderes cascarrabias.

―Esto no es una Asamblea ―dijo el profesor con severidad. Se dirigió hacia su escritorio e hizo un gesto con la mano para que se retiraran―. Ya he dado la información, la materia se da por pasada y ustedes verán cómo se las arreglan ahora. Hasta luego.

―¡Esto es todo culpa de ustedes, cucarachas del Quinto!

―¡A quién vienes a gritarle, sordo idiota!


***

―Hey, te ves algo cansada, ¿qué ocurre? ―preguntó una chica cuando entré en la Universidad.

―Nada, solo estoy algo cansada de peleas. ―Una sonrisa resignada se formó en mis labios, mientras sentía cómo un frío interno y estrictamente emocional se formaba en mi interior y que, sin poderlo evitar, todo empezaba a ponerse patas arriba.

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