Susurro: Ciclos

martes, 26 de febrero de 2013

Cuando el dios azteca apoyó una pierna sobre el templo, supo que nadie más podía verlo. Las plumas de su cabeza destellaban en la luz del sol y sus rasgos severos formaban una expresión fría y solemne. Sus súbditos empezaban a morir lentamente y la civilización que conoció su nombre y su poder lentamente estaba tocando su fin.

―Y así debe ser ―dijo el dios serpiente con sabiduría. El ciclo de los tiempos era irresistible e irrefrenable y aquellas criaturas tan débiles, de sangre caliente, de oro tibio y de maneras salvajes tendrían que dejar paso a otras, más fuertes y sabias. ―Nuestro tiempo se está acabando, hermanos.

Sabía que sus camaradas no querrían abandonar esa tierra sin luchar. Se aferrarían a la ilusión de sus vanidades e intentarían conservar su ego herido por las balas y las blasfemias de aquellos hombres blancos, pero lentamente tendrían que entender la verdad.

―El tiempo de los dioses está acabando ―dijo Quetzálcoatl con una sonrisa. Miró una última vez hacia el horizonte y caminó lentamente hacia la selva y se transformó en la serpiente emplumada que sus súbditos habían visto en sus sueños. El dios de la sabiduría y el viento se perdió en la espesura. Nadie más volvió a verlo. 

Y así debía ser.  

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Santa Template by María Martínez © 2014