Susurro: No único

martes, 26 de febrero de 2013

Tayson se apoyó en el muro del callejón y comenzó a caminar lentamente, pasando su mano por el cemento áspero y filoso de la pared. Olía a mierda y a alcohol y se hubiera detenido a vomitar allí mismo si no fuera porque apenas podía moverse. Doblarse hubiera sido un esfuerzo excesivo para él en el estado en que se encontraba.

«Te lo dije». Era lo que todos iban a decirle. Lo que Alejandra diría. Lo que sus padres dirían antes de echarlo a patadas al mismo callejón por donde ahora intentaba arrastrarse. Lo que dirían sus amigos con miradas de complicidad culpable. Lo que dirían todos. Absolutamente todos. ¿Qué podía esperar? Apretó los dientes para contener el gemido de dolor que sentía en todo su cuerpo y luchó por seguir avanzando.

Era como si en lugar de músculos, alguien hubiera molido cristales bajo su piel. Tenía náuseas y si hubiera podido caer y gritar hasta quedarse sin aire, lo hubiera hecho. Pero incluso eso era demasiado doloroso. 

―Puto drogadicto ―gruñó un mendigo que se volvió a acurrucar entre los cartones de su hogar. Tayson increíblemente sonrió. Cerró los ojos un momento y apoyó la cabeza en la pared. Se sentía cómoda, como una almohada suave y mullida. ¿Qué tenía de malo descansar un poco? Solo unos segundos antes de seguir hacia su casa… Solo un instante…

Solo uno…

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